El 18 de agosto de 2016, una anciana de 83 años de Krasnoyarsk, Rusia, escuchó un ruido enfrente de su casa. Sonaba como un llanto. Fue a echar un vistazo y se encontró con algo que yacía sobre la hierba.
Resultó ser un bebé recién nacido envuelto en una manta lila. La anciana vivía cerca de un orfanato y llevó al bebé de inmediato a ese lugar.
Los médicos examinaron al bebé y se alegraron al comprobar que la niña estaba perfectamente sana. Tenía apenas una semana y llevaba ropa abrigada. La mujer también había encontrado un paquete de pañales y algunos alimentos para bebé al lado del recién nacido. Pero cuando los médicos le quitaron la ropa, descubrieron algo increíble.
Había una carta escondida en la ropa del bebé que decía: “Perdónenme, pero no sé qué hacer. Es una bebé muy tranquila y muy saludable. Se llama Uljana. Nació el 12 de agosto y ya tiene todas sus vacunas. Esto es lo más horrible que he hecho en mi vida. Prometo que regresaré por ella, pero ahora mismo no tengo otra opción. Ya tuvimos que dormir una noche en las calles…”.
Varias familias querían adoptar a la pequeña Uljana. Nadie creía que su madre regresaría por la niña. Pero cuatro días después, una joven mujer apareció en el orfanato preguntando por su hija. Cuando le preguntaron quién era, contó esta desgarradora historia:
Se llamaba Nataljia y había venido a la ciudad a buscar trabajo. Poco tiempo después, conoció a un chico y empezaron una relación. Cuando Nataljia quedó embarazada, su novio quería que abortara. Como ella se negó, él la abandonó.
Poco después de perder su trabajo, Natalja tuvo una pelea con sus padres porque se negaron a ayudarla a resolver su situación. Cuando Uljana nació, su madre se encontraba completamente sola en el mundo. Desesperada, preguntó en el hospital si podía dejar a su hija ahí durante algunos días más, pero su petición fue rechazada.
Durante varios días anduvo vagando de un lugar a otro sin saber adónde ir. Después de tener que dormir una noche en la calle con su recién nacida, se dio cuenta de que era mejor dejarla con alguien que la pudiera cuidar. Por eso decidió dejar a Uljana cerca del orfanato.
Natalja estaba avergonzada de sí misma. Se había escondido detrás de un edificio y vio cuando alguien encontró a su bebé. Durante los siguientes cuatro días, reunió algo de dinero, se las arregló para convencer a sus padres de que aceptaran su nueva dieta y encontró una asociación de mujeres que les podía dar, a ella y a su hija, hospedaje temporal.
Pero por desgracia, todo esto había pasado demasiado tarde. Natalja ya no tenía la custodia de su hija. Las autoridades competentes ya habían determinado que Uljana era huérfana.
A los jueces les llevó cuatro largos meses darle una segunda oportunidad. Natalja regresó a su pueblo natal con Uljana. Actualmente está criando a su hija bajo la estricta supervisión del departamento local de servicios infantiles.